domingo, 22 de junio de 2014

CAPÍTULO V LOS NIÑOS

Es mucho lo que se ha dicho sobre la educación de los niños, pero nos vamos a concretar en algo que en esta época está haciendo mucha falta, me quiero referir a la educación espiritual del niño.
Es doloroso decirlo pero la vida nos está mostrando que la educación de la niñez en esta Época, se está concretando a adaptar el niño a las costumbres y a la mentalidad de la humanidad actual, sin tener en cuenta que esta humanidad degeneró, que no pudo ser dueña de sí misma porque el mundo la arrastró por sistemas totalmente equivocados.
Nosotros estamos viendo al niño como el hombre del mañana, pero que debe ser un hombre primero útil a Dios, segundo útil a sí mismo y posteriormente útil a la sociedad, es decir, el hombre que no ama a Dios sobre todas las cosas, no se puede amar a sí mismo y, por lógica, no puede amar a la humanidad conscientemente.
Los padres gnósticos deben eliminar en la educación las palabras hirientes y la incomprensión; no con esto quiero decir que dejen a sus hijos hacer lo que les provoque y Ustedes estén creyendo que eso es Amor porque no es así.
Los padres gnósticos, las madres gnósticas, deben sacar tiempo, todos los días, para compartir con sus hijos, sentarse a dialogar con ellos, respondiéndoles en una forma sabia y justa sus inquietudes enseñándoles que la existencia de Dios está presente en toda la creación: que ÉL es un Ser Supremo sin el cual no sería posible la creación: que las plantas los animales y las personas son creaciones de ÉL. Por lo tanto, se deben respetar, se deben cuidar y amarlas que las aguas, la tierra, el aire, el fuego, son los elementos con lo que ÉL crea, por lo tanto no se deben destruir, dañarlos o contaminarlos.
Enseñarles a los niños que el mundo no es la tierra sino los sistemas y las costumbre: que esos sistemas y esas costumbres del mundo tienden a alejarnos de Dios y de sus santas Leyes: que, por lo tanto, nosotros no debemos imitar lo que otros hacen mal porque eso atenta contra la dignidad del cristiano y contra Dios.
Necesitamos que los niños aprendan que la Ley de Dios, sus mandamientos, son para cumplirlos para vivirlos y respetarlos, que a ellos no les debe dar pena ser religiosos, ser amantes de Dios, porque el que los critique es una persona ignorante que no tiene sensibilidad humana para con el Ser Supremo.
Al niño, la madre y el padre deben enseñar que entre ellos debe haber una integración en su forma de actuar, debido a que el hijo es parte de sus padres y los padres son parte de su hijo.
Se les debe enseñar a los hijos que, sin la presencia de Dios, no sería posible tener existencia en la tierra y que, sin el papá y la mamá, no hubiera sido posible estar ellos acá; así que debe ser una vida integrada en Amor y en participación.
Debe haber una especial instrucción y comprensión con el niño de acuerdo con la edad.
No extrañen, hermanos gnósticos, que el niño aprende más cuando se le enseña con amor que cuando se le enseña con violencia.
Un niño que lo que se le enseña no lo aprende rápido, no es por culpa de él todas las veces, es que hay cosas que se le enseña al niño que no concuerda con el aprendizaje que él hizo en otras vidas, entonces se le dificulta demasiado. Hay que ayudarlo, tenerle comprensión y paciencia.
Es conveniente que a los niños se le enseñe a cultivar, el jardín, a tener su pequeña huerta, sus matas, a dar de comer al animal que se tenga en casa para que él se compenetre con sus hermanos menores, que los vea como parte de la misma creación. Esto lo ayuda a sensibilizarse.
Es necesario enseñar a los niños, desde muy corta edad, a hacer la oración al acostarse, al levantarse en compañía de los padres.
Es necesario enseñarles que los alimentos son sagrados, que alimentan el cuerpo y nos dan la energía; que el pan y el vino de la Unción se transforman en el Cuerpo y Sangre del Redentor para alimentarnos el Alma.
Es necesario enseñarle a los niños, desde su temprana edad, que la lamentación es sinónimo de debilidad; que debemos ser fuertes, dinámicos y seguros de sí mismos.
No olviden, padres de familia, que los niños desde el año de vida en adelante y en ocasiones menos, ya empiezan a entender lo que se les dice, por lo tanto, debemos quitarnos la idea de que él no entiende. Ya es tiempo de empezar a educarlo.
La educación del niño, en una forma justa y verdadera, nos determina la clase de padres que tiene.
Educar al niño dentro de los lineamentos espirituales, morales y humanos es la necesidad que tenemos para que en Acuario nazca una nueva generación humana. El V.M. Samael dice que la educación del niño viene desde los amoríos de sus padres, por lo tanto, lo que no se corrigió a tiempo, tenemos que corregirlo ahora, ¡pero hagámoslo!.
Al niño hay que enseñarle en el hogar que en el corazón habita Dios, por lo tanto, a Dios se ama, se respeta y se venera desde el corazón y que cuando vamos al Lumisial, al Santuario, vamos a recibir al Cristo en el Pan y en el vino; que por lo tanto, al Santuario no se va a jugar o a tener otra clase de distracciones porque eso es malo.
Hay que enseñarle que no se deben decir palabras groseras porque eso lo aleja de la Gracia de Dios; que no se deben decir mentiras porque el mentiroso pierde la dignidad cristiana,  es decir, queridos hermanos, la mejor forma de educar al niño es con el ejemplo, ¡no haciendo nosotros lo que no queremos que él haga!.