En el capítulo anterior, estudiamos el poder de la palabra. Como podemos ver, cuando Dios hizo la Creación, lo hizo con el poder de la palabra y el hombre tenía en esa época ese poder, por eso es que se dice que el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios, no por la forma que el hombre tuvo, porque Dios no tiene forma, sino por el poder que le dio en la palabra.
El Espíritu, como desdoblamiento del Padre nos da una energía que es capaz de crear y volver a crear.
La primera creación que la energía hace es para darnos un cuerpo físico, celular. La segunda creación que la energía hace es para que en ese cuerpo nazca el CRISTO.
El CRISTO nace de la energía y pasa por tres rigurosas PURIFICACIÓNES que tienen que ver con los tres mercurios de la alquimia ya que la energía con que fue creado ha venido impregnada de un impulso luciférico, dándonos con esto la respuesta que el mercurio, en su primera etapa, es negro, en su segunda etapa es blanco y en su tercera etapa es amarillo.
La primera purificación la recibimos aprendiendo a refrenar el impulso sexual sin mezclar, en ese momento, el mercurio con impulsos pasionales.
La segunda purificación la recibimos en la mente aprendiendo a seleccionar lo que pensamos y no permitiendo que a nuestra mente entren pensamientos descompuestos, pasionales, lujuriosos, instintivos.
La tercera purificación la recibimos en el corazón cuando aprendemos a seleccionar nuestros sentimientos. Esto se relaciona con la santificación de las fiestas que también se celebra de tres formas:
“La primera es en el mundo físico cuando se sucede el encuentro de dos personas: hombre y mujer para celebrar el rito de la vida".
"La segunda se sucede cuando los fuegos alquímicos entran victoriosos a nuestra Jerusalén: la mente
“La tercera se sucede cuando la Madre Kundalini deposita el niño de oro en el corazón".
Estas fiestas se le presentan al Iniciado a cada instante. Es necesario vivir alerta para que, cuando se siente el arrobamiento espiritual, estar ubicado en el corazón y desde allí dar la bienvenida a esas partes del Cristo que se van sumando a ese nacimiento interno.
Estas fiestas se celebran con éxtasis, con oración, con alegría y sobre todo con AMOR.
PRACTICA:
Sentados en un lugar cómodo, concentrados en el corazón, imaginando el corazón como un sol radiante que nos ilumina de la cabeza a los pies, vocalizamos diez y nueve (19) veces la letra O..

